¡¡¡AHORA O NUNCA!!!: Modernización del Estado

Parece cuento viejo el tema de la reforma y modernización del Estado. Nuevamente surge el debate en nuestro país lo que da cuenta que de una buena vez es pertinente y necesaria su realización.
En este nuevo mundo que se está plasmando es obligada una reconceptualización del papel del Estado. Hasta hace poco respondía a una posición estratégica distinta. Hoy, el mayor protagonismo del mercado y de la iniciativa privada, la mayor exposición de las economías al exterior, las nuevas dimensiones y alcances del poder comunicacional, entre otros cambios notables, configuran mundos y sociedades distintas en su naturaleza y funcionamiento, que obligan a pensar también en un nuevo Estado cumpliendo papeles y funciones acordes con estas inéditas realidades.
Los nuevos tiempos que nos plantea la era global, donde los ciudadanos no están ensimismados en el "peso de la noche" (idea de ciudadanos meramente receptores y con nula participación) y la sociedad de la información, donde las personas no sólo exigen mayores espacios de participación sino que además están mucho más informados gracias al acceso que tienen a la información, tecnologías de la información mediante.
Un Estado moderno debe ser capaz de velar por el ciudadano y sus necesidades, aporta valor público a sí mismo, ser transparente en su acción, socialmente democratizador, que disminuye los costos de transacción para el ciudadano en su relación con el Estado ("get out burocracy"), subsidiario, normativo y regulador y mucho más participativo.
La mayor eficiencia buscada en el accionar del Estado, la transparencia indispensable, así como su capacidad de anticipación, no debieran ser consideradas finalidades en sí mismas. La modernización del Estado es un requisito para encarar los objetivos del proyecto político de un gobierno. La construcción de una sociedad más equitativa, donde la pobreza y la exclusión sean enfrentadas con decisión, así como el logro de una expansión económica sostenida y sustentable, constituyen los objetivos reales y últimos de una estrategia, a cuyo servicio debe actuar el aparato del Estado.
La ocasión es única y la oportunidad no puede ser mejor. Es el momento, ahora o nunca. La modernización del Estado debe dejar de ser un tema de la agenda pública para ser una realidad. Sólo así, y dejando de hacer las cosas "a la chilena" seremos capaces de tener una sociedad y Estado propios del Chile del Bicentenario.