lunes, 14 de mayo de 2007

El poder y la gloria


Columna de Carlos Pe��a


El cardenal Err��zuriz ���con ese tono suyo que no mata una mosca��� ha planteado severas cr��ticas al proyecto de ley general de educaci��n. Por supuesto, afirma que ellas quieren ���aportar al debate���; pero me temo que a la vez persiguen defender los intereses de la Iglesia.El caso m��s claro es el empe��o que pone monse��or en defender la selecci��n. Esgrimiendo el miedo de que la Iglesia deba acoger como alumnos a ���fan��ticos��� y miembros de ���sectas sat��nicas��� ���son sus palabras��� se opone con fervor de cruzado a que se proh��ba la selecci��n escolar. Parece plausible.
Pero la verdad ���todos la conocemos y no cabe aqu�� echarse tierra a los ojos��� es que los colegios religiosos cuando seleccionan no lo hacen para protegerse de ���fan��ticos��� (la Iglesia tiene varios) o adoradores de Satan��s (espero que de estos no haya). No.
Los colegios confesionales cuando seleccionan lo hacen a la luz de la historia familiar de los ni��os. Si el r��cord de sacramentos de una familia est�� al debe, o si los rigores de la vida la han maltratado, no hay caso. El ni��o ser�� rechazado. O sea, un buen n��mero de colegios cat��licos selecciona para protegerse de gentes tan peligrosas como los hijos de padres separados, los hijos de madres solteras y otras personas de semejante malvivir. Esa es la verdad. Y la pregunta que debemos hacernos es si resulta sensato para una sociedad democr��tica tolerar que se asignen cupos escolares a los ni��os y ni��as ���estamos hablando de ni��os de cinco o seis a��os��� ech��ndoles en cara las vicisitudes de sus padres. Y la respuesta es que no.
Asignar oportunidades a los ni��os sobre la base de la conducta de sus padres es incorrecto. Equivale a reprocharles algo sobre lo que no tienen ninguna capacidad de control. Es una pr��ctica violatoria del principio de dignidad conforme al cual debemos evitar tratar a las personas en base a caracter��sticas ���como ocurre con la historia familiar��� que no dependen de su voluntad. Es simplemente inadmisible.
Aunque se haga en el nombre de Dios o invocando ���como lo hace monse��or��� el inter��s de los propios excluidos.Por eso debe prohibirse ���es lo que hace el proyecto��� seleccionar a los alumnos tomando en cuenta la religi��n de los padres.No se trata de impedir que la gente que tiene sus sacramentos al d��a se re��na con otros que han hecho el mismo esfuerzo. Tampoco se trata de inhibir que la Iglesia difunda la buena nueva que atesora. Se trata de impedir que utilice rentas generales para segregar a los ni��os en raz��n de los actos de sus padres.
Ya suena poco razonable que los colegios cat��licos ���a pretexto de una actividad p��blica como es la educaci��n y haciendo uso de exenciones fiscales��� asignen sus cupos a la luz de la historia familiar de los ni��os. Permitir ahora que lo hagan con recursos p��blicos directos es simplemente inaceptable. Eso s�� que no.
Le preocupa tambi��n a monse��or que se elimine de los objetivos terminales ���la capacidad de comprender la dimensi��n trascendente��� de la realidad y una ���adecuada formaci��n espiritual���. Le llama la atenci��n al cardenal que esos objetivos los recogiera la LOCE y no el actual proyecto.
Descontado que esa diferencia muestra que las palabras soportan cualquier cosa (como lo prueba el hecho de que el mismo gobierno preocupado de ense��ar la ���dimensi��n trascendente��� de los seres humanos, torturaba y hac��a desaparecer a algunos de ellos), quiz�� la raz��n de por qu�� esos altos objetivos educacionales no se contemplan sea la misma por la que se omiten otros como ���comprender la base material de la existencia��� o entender ���la teor��a de la evoluci��n���. Es simplemente porque la tarea de la ley es fijar objetivos m��nimos. Para ense��ar la trascendencia o la materialidad de nuestro paso por este valle de l��grimas est�� justamente la autonom��a de los colegios y la diversidad de los proyectos educativos.
En fin, a monse��or le preocupa que la libertad de ense��anza no se encuentre entre los principios del sistema. Pero ocurre que el art��culo 7 del proyecto de ley, y la Constituci��n nada menos, establecen el deber del Estado de resguardarla. ��Qu�� m��s quiere? Lo que de veras quiere la Iglesia es que se conf��e en ella a ciegas y se le asegure ���a la hora de abrir colegios, seleccionar alumnos, dise��ar planes de estudio, evaluar, ense��ar, expulsar, corregir, controlar abusos y sancionar��� la m��s absoluta y total de las libertades.
Temo, sin embargo, que una confianza como esa es un lujo que una sociedad tan discriminatoria y tan endog��mica como la nuestra no se puede permitir.


extraido de emol

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A mí Tio Dario (Q.E.P.D)...

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La verdadera riqueza de los individuos está en su perseverancia y en su constancia