lunes, 14 de mayo de 2007

Baño de Humildad


art��culo de Eugenio Tironni

La desilusi��n con el Transantiago ha tenido efectos que est��n a��n lejos de agotarse. Se especula sobre su impacto en las elecciones que vienen. Surgen las recriminaciones dentro de la Concertaci��n y hasta del propio Gobierno. Pero lo m��s importante es que ha gatillado el cuestionamiento m��s amplio y macizo de que se tenga recuerdo a la "l��gica tecnocr��tica" con que se ha venido gobernando el pa��s casi ininterrumpidamente en los ��ltimos 20 a��os.
Cuestionamientos a dicha l��gica siempre han existido, y no s��lo bajo la Concertaci��n. El cuidado escrupuloso de los equilibrios econ��micos, el celo por mantener la consistencia sist��mica en el momento de dise��ar planes y medidas, el respeto consiguiente por los mecanismos de mercado -incluso para alcanzar fines determinados pol��ticamente-, el privilegio de los objetivos de largo plazo -aun al costo de contrariar el sentido com��n- y la resistencia a las demandas de los grupos de inter��s -aunque ��stos sean pr��ximos al gobierno de turno-, son todos rasgos resistidos e impopulares. No obstante lo cual, esta l��gica tecnocr��tica ha sido respaldada por todos los gobernantes, no pocas veces con un dejo de resignaci��n. Pero el Transantiago podr��a estar marcando un antes y un despu��s.
En efecto, nunca nada hab��a dado tantas municiones para disparar sobre la tecnocracia como la reforma del sistema urbano metropolitano. En este caso, su l��gica se despleg�� sin cortapisas, y los resultados, por ahora, son desastrosos. Se definieron en abstracto ciertos objetivos (entre los que destacaban reducir el esmog, el ruido, la congesti��n), en funci��n de los cuales se arm�� un modelo. Pero se ha descubierto ahora que esos objetivos (obvios desde el punto de vista del experto en pol��ticas p��blicas que no usa el transporte p��blico y lee acerca de la "sociedad del riesgo") est��n lejos de las prioridades de los usuarios. ��stos deben desplazarse diariamente desde la periferia a prestar servicios al otro extremo de la ciudad, tienen prolongadas jornadas laborales y viven bajo el miedo a la delincuencia, lo que los lleva a priorizar por sobre todo la rapidez sin transbordo (el tiempo de viaje muchas veces se aprovecha para dormir) y la cercan��a, para evitar a los "patos malos". Asimismo, la intenci��n de garantizar el equilibrio econ��mico del nuevo sistema lo llev�� a un dise��o tan ajustado que, finalmente, no fue capaz de responder a la demanda real, creando una situaci��n cr��tica, que ha obligado a olvidarse de la ortodoxia e inyectar m��s recursos. Muchos actores advirtieron estos problemas, pero no se les hizo caso, recurriendo siempre a la muletilla de que detr��s de ellos hab��a "intereses creados" o visiones parciales que no comprend��an la dimensi��n integral de la reforma.
El transporte de Santiago de alg��n modo se va a arreglar, pero podr��a dejar entre sus v��ctimas a la tecnocracia p��blica, cuyo cuestionamiento jam��s hab��a alcanzado este grado de verosimilitud. Decisiones populares, pero asist��micas, como prohibir el lucro en la educaci��n (que podr��a extenderse, por qu�� no, a la salud, la previsi��n o la vivienda social), revelan que ella ha quedado en muy mal pie. Esto alimenta tambi��n el mot��n de un amplio y transversal grupo de parlamentarios, empe��ado en minar la autoridad de quien ha sido siempre el ��cono de la "l��gica tecnocr��tica": el ministro de Hacienda. Hay que defender a la tecnocracia p��blica, que ha sido vital para el ��xito de Chile en las ��ltimas d��cadas; pero, despu��s del Transantiago, a esta tecnocracia no le vendr��a mal un ba��o de humildad.

extraido de emol

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A mí Tio Dario (Q.E.P.D)...

A mí Tio Dario (Q.E.P.D)...
La verdadera riqueza de los individuos está en su perseverancia y en su constancia