jueves, 26 de abril de 2007

Ensayo sobre la utopía




La utop��a, para Ricoeur, opera en tres planos. Primero la utop��a es fantas��a, es lo completamente irrealizable. Se trata de una evasi��n.


En segundo lugar, la utop��a es una alternativa al poder existente. Puede ser una alternativa del poder o una forma alternativa de poder (n��tese la diferencia en el sentido de las palabras destacadas en negrita). Todas las utop��as intentan ejercer el poder de una manera diferente al que existe.


Tercero, la mejor funci��n de las utop��as es explorar lo posible, ���las posibilidades laterales de la realidad���. Esta funci��n de la utop��a es la del ���ning��n lugar���. Para estar aqu�� yo debo ser tambi��n capaz de estar en ning��n lugar.

Es as�� como Manheim, siguiendo a Ricoeur, destaca el segundo y tercer plano de desarrollo de la utop��a, al proponer como posible definici��n de utop��a: ���ideas aun no realizadas en la realidad que trascienden una realidad dada...���.
La idea de Manheim es de que la historia de la utop��a constituye una gradual ���aproximaci��n a la vida real��� y, por lo tanto, una declinaci��n de la utop��a. La perspectiva total tiende a desaparecer en proporci��n a la desaparici��n de la utop��a. El sentido del tiempo hist��rico est�� afectado por esta decadencia de la utop��a: ���Cuando la utop��a desaparece, la historia deja de ser un proceso que conduce a un fin ��ltimo���.

La gente se ha adaptado a la realidad y por ello no tiene ilusiones; con la p��rdida de las ilusiones el hombre tambi��n pierde todo sentido de la direcci��n. Manheim ve aqu�� todas las enfermedades de las sociedades modernas: ya no existe el impulso para trazar cuadros generales. No podemos imaginar una sociedad sin utop��as porque ella ser��a una sociedad sin metas. Con el abandono de las utop��as, el hombre perder��a su voluntad de dar forma a la historia y su capacidad de comprenderla.

La importancia de una utop��a es que ella pone en tela de juicio lo que existe actualmente; hace que el mundo real parezca extra��o. Introduce ciertas dudas que destruyen lo evidente. El orden que se ha dado por sentado se manifiesta repentinamente exc��ntrico y contingente. Entonces, en una ��poca en que todas las cosas est��n bloqueadas por los sistemas que han fallado pero que no pueden ser vencidos, la utop��a representa nuestro recurso. Podr��a ser una evasi��n, pero es tambi��n una alarma de cr��tica.

Como veh��culo de la iron��a, la utop��a puede suministrar un instrumento cr��tico para socavar la realidad, pero tambi��n representa un refugio para resguardarse de la realidad. En estos casos, cuando no se puede actuar, se escribe. El acto de escribir ���socavando��� la realidad permite cierto vuelo. As�� la escritura/utop��a tiene el poder de (re)(d)escribir la vida.




Si pensaramos la utop��a en el contexto de la revoluci��n industrial nos dar��amos cuenta de que, en base a las expectativas cient��ficas, sociales y pol��ticas, la utop��a del sujeto moderno asimila la historia como una l��nea ascendente y dirigida hacia un estado ideal de la sociedad. Se caracteriza por la certidumbre de ser un agente fundante del mundo ( es decir, pasar��a de una sociedad de la incertidumbre a la certeza y claridad de su entorno social), pero a la vez, sus conductas estar��n determinadas por ��ste. Subyace aqu�� la idea de un sujeto centrado, id��ntico as�� mismo y unitario respecto de su identidad.




Esta tipolog��a de sujeto despu��s de Nietzsche y Heidegger entra en crisis. Se pasa a una inversi��n del sujeto del humanismo moderno. La identidad no se entiende ahora como una realidad fija sino metamorfoseada, m��vil. Vemos a un sujeto escindido de la modernidad, donde todo fundamento ha perdido consistencia, a saber, no es posible seguir hablando de la dominaci��n del sujeto sobre el mundo. Esto deja de manifiesto una condici��n desesperanzada y exc��ntrica del sujeto en cuanto a las alternativas que el sistema ofrece.

El sujeto contraut��pico est�� desilusionado de las grandes promesas de la modernidad. Las alternativas sociales que antes se propon��an como ejes centrales de progreso son devaluadas. Es un sujeto que pone en crisis los metarrelatos que articulaban los momentos fundamentales del devenir: el emanciparse progresivo de la raz��n y el trabajo, el enriquecimiento de la humanidad a trav��s del desarrollo de la tecnociencia capitalista y la promesa salvadora cristiana. En definitiva, se cuestionan las nociones de desarrollo y de historia ( ��para qu�� y por qu��?).






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A mí Tio Dario (Q.E.P.D)...

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La verdadera riqueza de los individuos está en su perseverancia y en su constancia