viernes, 20 de agosto de 2010

La coerción visual y el pecado de la carne

Durante mi etapa universitaria, participé en diversas instancias de voluntariado, muchas de ellas marcadas por el sello católico y la espiritualidad. Sin embargo, me llamó poderosamente la atención que existían ciertos “reglamentos éticos/cristianos de conducta” los cuales establecían, por ejemplo, que las mujeres no debían usar vestimentas que exhibieran sus hombros, senos y piernas a fin de no provocar la debilidad humana de los hombres, entendido como el “pecado de la carne”. Un atentado para aquellos varones que disfrutamos, con respeto y galantería, de la generosidad femenina.

Lo anterior nos ayuda a contextualizar el “curioso y singular” (por denominarlo de alguna forma) instructivo emanado desde la Intendencia de Coquimbo el cual prohíbe a los funcionarios contratados a honorarios el uso de jeans y, en el caso de las mujeres, mostrar los hombros, revocando y coartando la medida adoptada por anteriores administraciones que permitían vestir una vestimenta casual los días viernes.

Peor aún, el texto se ensaña con las mujeres al punto que les “recomienda” (¿es posible hablar de recomendación cuando se trata de un reglamento que si no se cumple es causal de despido?) que no se utilicen faldas que sean demasiado cortas, calzas y poleras con pabilos o straples. Es decir, no pueden mostrar los hombros. También se prohíbe expresamente dejar la espalda descubierta, aunque sea en época de verano. Todo, supongo, con tal de evitar el “pecado de la carne”.

La única forma de comprender tal medida es plantear la siguiente tesis: 1) En la intendencia regional, y de paso en los organismo públicos, trabajan personas con patologías sexuales y mentales incapaces de controlar sus apetitos carnales y por eso, iluminados y devotos practicantes del respeto y la tolerancia, deben tomar este tipo de medidas.

De seguir bajo esta lógica, podría anticipar que para ingresar al sector público será exigencia estar bautizado por la iglesia y no ser hijo de padres separados. Ni hablar de aquellos que opten por una vida homosexual o se declaren abiertamente agnósticos o ateos. Pero lo que es mucho peor aún, veremos poco a poco como nuestras libertades y derechos serán coartados por aquellos iluminados que, tal como lo plantea Jocelyn Holt respecto el ideal portaleano, pondrán sobre nuestras cabezas todo el peso de la noche con tal de mantener y estructurar su nuevo orden social.

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A mí Tio Dario (Q.E.P.D)...

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La verdadera riqueza de los individuos está en su perseverancia y en su constancia