(carta al director publicada en los diario El Mercurio y La Tercera el día sábado 12 de septiembre de 2009)
A tres días de finalizar el proceso de inscripción electoral, la adhesión por parte de los jóvenes continúa aún siendo escaza. Y la razón probablemente de esto se encuentra en la carencia de un relato o un hito que incentive las voluntades ciudadanas de participación en el sistema democrático. Por lo mismo, es imposible no hacer una comparación con lo ocurrido para el plebiscito de 1988 donde la fuerza electoral fueron precisamente los jóvenes de la época, quienes actualmente acaparan el protagonismo y poder político. En aquél contexto el "SÍ" y el "NO" aglutinaban a quienes estaban por la continuación en el ejecutivo del gobierno militar y, por la otra vereda, quiénes apelaban a la restauración de los derechos civiles y democráticos. En este sentido, las elecciones presidenciales de este año han logrado generar un ethos a partir de lo reñido que se preveé este escenario donde el presidenciable de la derecha aparece con la primera opción, seguido por el candidato oficialista que, dicho sea de paso, a diferencia de otras elecciones no es el favorito y un tercer referente que ha sido capaz de convocar el descontento ciudadano hacia el quehacer político tradicional. Sin embargo, la carencia de un proyecto país por parte de los candidatos, sumado a la falta de renovación de las elites políticas y la carencia de espacios de empoderamiento juvenil, contribuyen a la mantención de este clima de desconfianza y apatía al cual no se la ha puesto la atención y escucha que amerita un ideario propio de la democracia como la participación ciudadana.
A tres días de finalizar el proceso de inscripción electoral, la adhesión por parte de los jóvenes continúa aún siendo escaza. Y la razón probablemente de esto se encuentra en la carencia de un relato o un hito que incentive las voluntades ciudadanas de participación en el sistema democrático. Por lo mismo, es imposible no hacer una comparación con lo ocurrido para el plebiscito de 1988 donde la fuerza electoral fueron precisamente los jóvenes de la época, quienes actualmente acaparan el protagonismo y poder político. En aquél contexto el "SÍ" y el "NO" aglutinaban a quienes estaban por la continuación en el ejecutivo del gobierno militar y, por la otra vereda, quiénes apelaban a la restauración de los derechos civiles y democráticos. En este sentido, las elecciones presidenciales de este año han logrado generar un ethos a partir de lo reñido que se preveé este escenario donde el presidenciable de la derecha aparece con la primera opción, seguido por el candidato oficialista que, dicho sea de paso, a diferencia de otras elecciones no es el favorito y un tercer referente que ha sido capaz de convocar el descontento ciudadano hacia el quehacer político tradicional. Sin embargo, la carencia de un proyecto país por parte de los candidatos, sumado a la falta de renovación de las elites políticas y la carencia de espacios de empoderamiento juvenil, contribuyen a la mantención de este clima de desconfianza y apatía al cual no se la ha puesto la atención y escucha que amerita un ideario propio de la democracia como la participación ciudadana.
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